sábado, 17 de octubre de 2009

LOS INICIOS DEL FLECHA

Nazco hace más de 40 años; mitad dragón, mitad serpiente
Ví mis primeras luces en lo que es hoy un museo.
Tal ves por eso me gusta, la pintura, la escultura, la música y todo tipo de manifestación artística.
Mi padre es Jesús, y mi madre Guadalupe.


Mi niñez dura, pero aleccionadora, compleja, fascinante, robusta y ejemplar.

Hoy me gustan las ranas, tienen un buen mensaje; nunca saltan hacia atrás, si deben volver….dan vuelta y saltan hacia delante.

Fui y soy lo que pude… no lo que quería ser.  No reniego, pues aprendí las reglas de este mundo, y el “maestro llega hasta que el alumno esta listo”

Hoy quiero contarles ésta historia, que refleja parte de mi formación como niño y que por supuesto alteró parte de mi vida como adulto.

Espero les agrade

"Nazco en un hospital para pobres, llegó a una casa de pobres, me crío en una familia de pobres, en un barrio de pobres, en una ciudad de pobres….. buen destino me espera.

Voy a una escuela primaria donde la mayoría somos humildes y jodidos y eso es muy duro, pues también hay niños con una posición económica menos precaria y el contraste es lo que daña.

Es en esa escuela donde nace el verdadero flecha.
En esa escuela se da cuenta de la rudeza y la maldad que habitan en el ser humano y que nos daña, nos reprime o incluso nos mata.

Nací en el centro de la ciudad y me crié en un hermoso barrio cerca de tepito.
Cuando cumplí 10 años nos fuimos a vivir a la colonia malinche, y al llegar a los 12, llegamos a vivir al barrio de la “bondojo”. Con su “quinto patio”.

Durante mucho tiempo, entré y salí de las escuelas primarias con una gran facilidad, pues desertaba o me corrían por mi poca asistencia, pues a mi madre le parecía que no era importante enviar a sus hijos a la escuela.

Ella nos decía que con saber leer, escribir y hacer cuentas era suficiente.

El asunto es el carácter violento y cerrado de mi madre, me hizo inseguro y triste, rechoncho, mitigaba mi ansiedad comiendo- tragando-.

Siempre fui el “gordo”,El “gato bodeguero”, “el pendejo” , “el hermano lelo” (personaje de los polivoces), En fin, esos eran los alias con los que mi madre, mi padrastro y demás familiares me llamaban.

Trataba de rebelarme pero no contra las personas que me hostigaban, si no contra mi mismo, pues dentro de mi, siempre ha habitado un binomio de mi personalidad que podríamos llamar bipolar.
De un lado un chamaco maldoso, rudo, violento y hasta cruel y del otro lado un chamaco gordito relamido, sensible y hasta cariñoso.
Dupla por demás tormentosa, pues después de los 15 años, gozaba golpeando pero no me gustaba hacerlo –extraño no?- Vivir con eso mas de 40 años no es fácil.

Un buen día me cansé de tanto abuso; abuso de mi madre , abuso de mi padrastro, abuso de parte de la familia de mi madre, abuso en la escuela, y el abuso de niños mas pequeños que yo…..era el colmo.

No se qué ocurrió, pero el “niño maldoso” dentro de mi, tomó las riendas de mi vida y las cosas por arte de magia cambiaron. A partir de allí mi vida fue otra completamente.

Un día cualquiera, al llegar a la escuela me estaban esperando los “chicos de la mafia” unos verdaderos hijos de puta; Saldivar, Herrera, Erick “el panadero” , “el emiliano” y “el tavo”.
Regularmente la primaria debe concluirse a los 11 años de edad.
En ese tiempo la mayoría de los que cursábamos el sexto año teníamos entre 14 y 15 años, había chiquillos de 11 años mezclados con nosotros, - imaginen el abuso-.

Los mafiosos eran unos verdaderos gañanes, siempre revisaban las mochilas, y los “lonches” pasaban a sus manos, 10 centavos era la cuota para los  niños riquillos, o si no, su golpiza en el baño.

Ya tenían comprada a la maestra con regalitos, cualquier queja, ellos lo negaban y contaban con la complacencia de la autoridad.

Ese día para mi mala suerte  mi madre me puso una tunda de “perro callejero”, Me dolía el cuerpo pero más me dolía el alma, llegué “arrastrando” la moral y la mochila pero el peso de mi estado anímico era peor que el de mis libros y cuadernos.

Al entrar a la escuela, con la palma de la mano me dan un golpe en la cabeza y lo hacen como bienvenida. Acto seguido me quieren registrar mi mochila.
Uno de los 5 mafiosos se burla y dice que soy un “muerto de hambre” que nunca llevo dinero.

Vi quien era y traté de retirarme de allí, al darme vuelta me dan un coscorrón y todos se ríen…. me dolió mas la burla que el golpe.

Volteo enojado y se acercan todos, no digo nada y bajo la mirada, ellos se siguen riendo burlones.
Durante parte de la tarde mi cerebro estaba ausente, solo pensaba en el golpe y en las burlas.

Cuando salí al receso o recreo , miré en el patio y descubrí que Saldivar -el mafioso más grande pues tenia 16 años de edad-, se metía solo al baño, cosa rara pues nunca lo hacia.
Me amarré mis tenis y fui a meterme al baño.
Saldivar era 10 centímetros más alto que yo.
Era fuerte, de piel morena “deslavada” y con jiotes, por eso el decían el “manchas”. -Saldivar se ponía furioso cuando le decían así.-
No me importó ni la estura, ni el peso, ni la edad.
En cuanto entré al baño cerré la puerta por dentro, busqué con que golpearlo y sobre un sanitario vi una tabla que servia de tapa a la caja del agua, con esa tabla le dí de golpes a placer, con todo mi rencor.

Lo tomé desprevenido, como al “tigre de santa julia”, le llovieron golpes por todos lados y el pobre infeliz no atinaba a ponerse de pie y menso a acomodarse los calzones y el pantalón  asi que a parte de golpeado terminó todo embarrado en sus propias heces. Pegaba unos gritotes y debo confesar que eso me excitaba más, entre mas gritaba mas me gustaba que el cabrón gritara.

Le dije que no me importaba no regresar a la escuela, pero que de ahora en adelante eso le pasaría por ojete, lo revolqué sobre la mierda y orines que había en el suelo del baño, de esa vieja escuela pobre, para pobres.

Cuando abrí la puerta del baño, sentía en mis oídos el rápido latir de mi corazón y no podía controlar mi respiración. Casi me desmayo del susto al ver a la maestra que ya estaba allí, parada afuera del baño.
Nos llevaron derechito a la dirección.
Los amigos de Saldivar brillaban por su ausencia.

No me expulsaron y solo me suspendieron tres semanas, pues mi madre abogó por que no me expulsaran.
En el trayecto a la casa le conté el asunto a mi madre y ella no me dijo nada, no me acuso con mi padrastro, no paso nada, incluso me pareció ver en sus ojos un dejo de orgullo. La razón de ese orgullo fue por que no me dejé pegar, ¡yo!, el gordito tranquilo , el menso , el amable.

Después de eso mi madre temiendo represalias nos acompaño a la escuela a mis hermanos y a mí durante dos semanas

La mafia se daba sus vueltas para verme en el salón de clases.
Eso me provocó nauseas de miedo o de nervios no lo sé, pero me sentía muy mal.
Cuando sonó la campana para el receso, intente quedarme dentro del salón, pero como siempre se perdían cosas, la maestra no me lo permitió.
Intente ir a quedarme en la dirección y no me dejaron. Pero me quedé afuera de esa oficina durante todos los recesos tres semanas seguidas.
Mi madre iba por nosotros a la salida de la escuela.
Hasta que un día ya no fue, mis hermanos y yo la esperamos hasta las 7 de la noche y salíamos de la escuela desde las 6:30 de la tarde.

La mafia ya no espero mas y cuando íbamos rumbo a nuestra casa, me atajaron el paso, era Saldivar y sus cuates. Intenté pasar y me dieron un golpe en la cara, Saldivar aprovecho para darme un cabezazo en plena nariz, que me dejó con la vista nublada.
Me agaché y recibí patadas y golpes, se escuchaban risas y peladeces, ellos me preguntaban “ no que muy cabrón, puto gordinflón?, a ver culero ? ahora si agarrame a traición? , el más “alevoso” era Saldivar.

Alguien me pego en el hígado y el aire se me fue, sentí como zumbaban los oídos y como me estaba ahogando. Algo paso que ya no sentía los golpes, lo juro ya no sentía nada, mi mente estaba enfocada en correr.
Así que en un acto desesperado me abalancé sobre Saldivar que era el más grande y el más alevoso, lo derribe, no deje de golpearlo, solo tire y tire golpes.
Ya no me importo que los demás me patearan, que me dieran de cinturonzazos, ya no pensé, ya no escuché, ya no sentí y sobre todo ya no me importaba nada.

Cuando tomé conciencia de lo que ocurría, estaba recostado en un sillón dentro de la oficina del director y mi cuerpo estaba adolorido.
Escuchaba frases y veía como me manoteaban cerca del rostro pero no entendía.
Había un fuerte olor a alcohol y la cara me ardía.

Cuando miré mi reflejo sobre una de las puertas comprendí lo que ocurría.

Mi camisa y mi sweater rotos, el cabello revuelto y todo manchado de sangre.
Con la hebilla de un cinturón me abrieron una herida de 5 centímetros que tardo mucho en dejar de sangrar.
Los hijos de p…. me jalaron, hasta meterme al basurero del mercado que se encontraba contiguo a la escuela y allí se aprovecharon, pero les salió el tiro por la culata.

Me dolía la cara y el estomago, las manos las tenia raspadas y con sangre.
Mis hermanos mas pequeños me miraban con asombro y mi hermana de 8 años lloraba y me gritaba; ¡Manito! ¡Manito! que te pasó, que te pasó?.
Mis hermanos corrieron a pedir ayuda a la portera de la escuela y la portera le aviso al director.
Vi como sufría mi hermana viéndome todo golpeado, por eso y otras cosas quiero un chingo a esa pinche gordita.
Hoy ella también cambio mucho, a veces no la entiendo pero soprto su carácter pues la sigo recordando preocupada por mi.

La maestra también no perdía detalle de mí, pero me miraba con desprecio.
No me importaba, solo quería incorporarme y salir de allí , pero no podía ni mover las piernas.
Mire mis zapatos y uno estaba roto, no cabía mas mala suerte, ahora a aguantar los golpes de mi padrastro.

Llegó mi madre muy enojada, pero en cuanto me vio, sus ojos llenos de furia se transformaron en unos ojos preocupados y tristes, hasta tiernos, sus ojos se le veían muy grandes y por primera ves sentí que mi madre me amaba, pues no me gritaba, ya no me decía majaderías, ya no me pendejeaba, ya no me hacia sentir humillado.
Mi madre me abrazo y me preguntó quién me había golpeado.
El director se ocupo de acusarme o ponerla al tanto, pero lo realmente importante para mi, es que por primera vez mi madre me trato con tanto amor y me defendió como una fiera. Ese recuerdo siempre lo llevo conmigo.

Yo tenía 15 cumplidos pero la verdad era muy pasguato, muy “dejado” ahora que me acuerdo , me da un pinche coraje conmigo mismo que no vean.

Al poco rato llegaron los padre del Saldivar, los del loco Herrera del 5to“b”, los padres del enrique el pandero, y de dos tipejos mas que no recuerdo.

Ellos estaban en otra habitación de la dirección, y también se llevaron lo suyo, me dijeron que al loco Herrera casi le arranco un dedo de una mordida, que agarré una botella rota y que les tire a matar, que cuando me vieron con la botella ya no se me acercaron, y que me desmayé cuando llegaron a ayudarme.
El director los tenía volteados contra la pared, separados y no dejaba que hablaran entre ellos.

No me dejaban tomar agua, - según supe después cuando me llevaron a la dirección tuve convulsiones- , y no me llevaron al doctor. Pues eso no le convenía a la escuela.

No llamaron a la patrulla pues éramos menores de edad, el director no quería broncas con la SEP. Ya había habido un antecedente, y el desgraciado estaba próximo a tomar el puesto de de inspector de zona.

Los papas de esos cabrones se “arreglaron” con mi madre, supe que le dieron un poco de dinero para ir al doctor. Como ya estábamos por salir de 6to. año. Rogaron por que no los corrieran.
Argumentaron un pleito entre chamacos, y si por eso iban a correr a sus hijos, ellos buscarían la posibilidad de acudir con los jefes del director.
Pero si les daba otra oportunidad, se ofrecieron para pintar bancas y salones.

A la mafia no le fue tan bien, sus padres les dieron unas golpizas.
Pero no por lo que hicieron, si no por qué como era posible, que no pudieran con un pinche gordito con cara de pendejo.?

En fin, pero a partir de ese día la escuela entera estaba conmigo.
El que no me llevaba una torta, me compraba un refresco y en el mejor de los casos me pasaba la tarea.
Las niñas ya no me ignoraban, ahora hasta Susy la niña del 6to.”c” me enviaba cartitas. A ella la recuerdo con unos aretes dorados en forma de zapatillas, su aspecto impecable, sus mejillas rosadas y su cabello tan limpio, sus ojos antes indiferentes ahora me miraban de un modo que me hacia que me pusiera todo rojo de vergüenza. Era muy linda y educada.

Pero eso no es lo difícil del asunto.

Lo difícil vino poco después, cuando los cuates nuevos y los no tan nuevos, -por que eso si, me “brotaron” amigos en toda la escuela - , comenzaron a pedir favores, a manejar mi nombre en los “paros” y en las “broncas”.

Decían; “le voy a decir al gordo” o “hay viene el gordo”. Y así me la fui llevando.
Hasta que un día me di cuenta que muchos “sacaban” provecho conmigo y que yo no me enteraba.
Y uno de ellos era Carmelo Juárez, un pinche gordo igual que yo; “prieto” como un zapote, con cabello tan extraño como los pelos de los “azotadores”, - todo levantado por mas limón que le ponían al cabrón-, luego andaba con su nube de moscas en la cabeza que hasta parecía “zorrillo”.

Carmelo era del estado de Puebla, su papá era encargado de una panadería.
El buen Carmelo llegaba a la escuela y en su morral traía una hogaza de pan dulce, o lo que es lo mismo un panqué, siempre de sabor a naranja casi duro y viejo y una botella de refresco coca cola, que en aquel entonces eran de 650 ml en botella de vidrio.

Cuando llegaba el receso de media hora, este “guano”, sacaba el pan y vendía dos mordidas al panqué y un trago de refresco por 05 centavos.
Había muchos que a las 4 de la tarde andaban con el estomago vacio y sin comer.
Ellos si le pagaban.

Muchos pensaban que si se esperaban al final, les tocaría más pan y más coca cola, pero se equivocaban. Eran dos mordida al panqué, -lo que te cupiera en la boca- y trago al refresco. Obviamente ese refresco terminaba repleto de migajas o “tiburones”, --como le decíamos en aquel entonces-.
Un día veo como un chavillo de apellido Covarrubias, le pide a Carmelo que le regale el refresco que “sobro”.
El ojete de Carmelo tira el contenido y le dice a Covarrubias; qué?  regalado?…. ¡ni madres!….. la casa pierde wey.

En ese momento, sentí como me fui quedando sordo y unas ganas enormes de madrearlo se me fueron trepando a la cabeza.

Sigo a Carmelo con la mirada y veo que con el dinero que recaudo “negociando con el hambre”, se fue a comprar una torta de “pastel de pollo” y una coca cola para el solo.
Llegué, le quité la torta y antes que le tomara al refresco se lo dí al Covarrubias -era un chavito como de 8 años-. o “covas” como yo le decía,

Carmelo muy valiente me dice que me va a acusar y hace el ademán de ir rumbo a la dirección, mas tardó en querer hacer eso, que lo que yo tardé en meterlo al baño.

Tres minutos de golpes y patadas asi como la amenaza de darle de tragar pozole
-meterle la cara a la mierda del sanitario- y asunto arreglado.
Carmelo de allí en adelante al final de su “jornada de trabajo”, siempre compró dos tortas y dos refrescos.
Pinche Covarrubias se volvió mi secretario el cabrón chamaco.
Nunca se me despegaba, antes que sonara la chicharra del receso, el covas ya estaba parado en la puerta de mi salón esperandome.
El “covas” ya había agarrado confianza y le decía al Carmelo; mi torta de jamón y sin chile.
Pinche covas era muy simpático y nada pendejo, la torta que le tocaba, la partia en dos, se comía la mitad y la otra mitad se la llevaba a su hermanita que estaba en primer año, lo mismo hacia con el refresco.

Saldivar dejó pasar unos días y cuando creyó oportuno me atoró en el baño.
Lo hizo sin broncas, me explicó sus “inquietudes” y lo que estaba pasando en la escuela, yo entendí el asunto y quedamos sin rencor.
Pinche Saldivar, terminó siendo mi cuate.

El muy hijo de la ch…. era astuto como un nahual, el muy cabrón llegaba en las tardes a mi salón y me esperaba.
Cuando salíamos de la escuela, nos íbamos a comer unos tacos o a comprar revistas viejas, de esas de “encueradas”, Había una revista muy buena que se llamaba Eros.
El muy taimado me compartía de su botín…. 2 pesotes de aquel 1980.
Toda una fortuna para un chamaco de 15 años.

El Saldivar me daba ese dinero diario, para que yo no anduviera haciendo paros pues ya varios habían querido rebelarse y pues eso no era bueno para su negocio.
Entonces hizo cuentas y dijo; si nos ven juntos a quien le piden paro? Pues a nadie.
Así que el muy cabrón me hizo cómplice y yo sin darme cuenta.

La verdad debo decir qué, como nadie se metió a defenderme cuando me estaban golpeando, yo tampoco me metí cuando Saldivar y sus muchachos “trabajaban”.
A mi lo mío.
Les conseguí inmunidad a mis hermanos a mis cuates y hasta al avaro del Carmelo, que era dizque de “mi gente”, pues después solito llegaba con su “cuota”, y no se quejaba.
Pero en el negocio del Carmelo ya no eran dos mordidas a lo que te cupiera en la boca de panque por 05 centavos, ahora eran dos “mordidas pequeñas”.
Lo dejé trabajar por que era un mal necesario, era el único que daba servicio de “comida Express” en la escuela.
Pero de allí en fuera……no le hice paros a nadie.
Mmmmmmmm bueno si, a Susy y a su hermano el “chepa”.

Saldivar terminó trabajando para mi…pues era mi “brazo armado” –esos 5 mafiosos eran peor que chacales -… saludos al “manchas”.
15 años después a Saldivar y Arrieta los encontré trabajando de judiciales en el estado de México.
El covas murio cuando tenía 15 años de edad.

Se estaba robando costales de maiz de un tren que pasaba por la avenida ferrocarril hidalgo y al tratar de huir cayo debajo de las rudas del tren.

Dicen que infancia es destino y creo que si….

Le pido perdón a todo aquel que le hice daño queriendo o sin querer…
Hoy ala distancia, veo lo dificl que es ser …niño y además pobre…


Lo mejor…….. se puso en la secundaria mafiosa.

12 comentarios:

  1. Buen Relato mi querido Flecha , sigale
    con esas Historias ,por aca andaremo para leerlas.
    suerte ....

    Ram

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  2. no esperaba menos de usted mis distinguido flecha, animo con esas historias q a muchos(me cuento humildemente entre ell@s) nos distraen de la vida cotidiana y con cada una de sus palabras nos transporta a ese momento narrado, a veces con gracia, a veces con cautela, a veces con amargura... ANIMO y muchas gracias!!

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  3. chido compa¡ buenas anecdotas suerte¡

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  4. EXCELENTE APORTE USTED COMO SIEMPRE CON EXCELENTES PASAJES DE SU HISTORIA

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  5. HISTORIAS MUY BUENAS SEÑOR FLECHA, NOS MANTIENE ALTIRO CON SUS ANECDOTAS.
    CUIDESE.
    GRACIAS POR LA INVITACIO A SU FORO
    ALTIRO

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  6. EXCELENTE ESCRITOR
    Buena narrativa, control de la historia, sin faltas de ortografia, en pocas palabras todo un erudito de la escritura contemporanea, asi que para nada creo que seas el niño que cuentas en tu historia, pero de igual forma agradesco tu creatividad ya que me haces pasar un buen rato.

    Saludos mauk70

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  7. jajajajajajajajajajajajajajajajajajaj Ahora resulta que ese guey no soy yo.
    No se si tomarlo como un cumplido o tomarlo como un insulto en fin.
    se gradece, pero te aseguro y lo escribo con los "gumaros" en la mano que ese pinche escuincle si soy yo..... no la chingues.
    ahi tamos

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  8. Si somos grandes, es porque podemos ser grandes y no porque queremos ser grandes...

    (Leonardo da Vinci)

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  9. ficcion???? como se ve que tal vez naciste en polanco o san angel jajajajajaj o que eres un niño pomadoso jajaajajajajaja o niña??? jajajajajaja

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  10. No acostumbro dejar comentarios pero esto lo amerita, me arranco de la comodidad de mi sillón y me transporto, excelente trabajo narrativo, ¿que sigue?

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  11. no habia visto este comentario, se agradece mmmmm checate la secundaria mafiosas suerte en este 2011 para todos

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